Vivimos en dos mundos
El hombre debe vivir en dos mundos. Por un lado, estamos metidos en las
realidades de este mundo: vivimos entre cosas y creaturas, estamos vinculados a
otros, mostramos nuestra acción en el trabajo, en las ideas y el amor. Por otro lado,
vivimos en medio de realidades de Dios: Jesús está presente en este mundo y en su
alma, para llevarnos a la comunidad de las Personas Divinas y completarnos en Dios.
Por eso, respiramos a la vez en lo temporal (con su aspecto espiritual) y en lo eterno.
Esas realidades temporales y eternas se distinguen como lo terrestre (que se realiza
aquí) y lo celestial (que se realiza en el Paraíso); como lo humano (cuyo límite son
las personas humanas) y lo divino (que se completa con la vida divina, la Iglesia y la
Trinidad); como lo natural (que depende de nuestras fuerzas) y lo sobrenatural (que
se hace con la fuerza de Dios en un misterio que nos supera). Voy a tratar de definir
lo temporal e indicar sus relaciones con lo eterno. Y me tendrán paciencia a ver cómo
me las arreglo.
