sexualidad y sexo casual

Sexo causal vs castidad

En forma reciente se han realizado estudios en universidades norteamericanas acerca del sexo casual, y de las consecuencias que de ese comportamiento reportan para los jóvenes y, de forma especial, para las mujeres jóvenes.

Uno de esos estudios refiere que cuatro mil universitarios han sido investigados por diez universidades norteamericanas acerca de las consecuencias del sexo casual, impensado, imprevisto, sin compromiso emocional ni expectativas de futuro. Las conclusiones tratan de vincular ese tipo de relaciones con la problemática de la salud mental con consecuencias emocionales muy serias. Según dicho estudio, el sexo casual provoca stress, sentimiento de culpa, arrepentimiento y displacer en las jóvenes después de un encuentro sexual con un desconocido. También fue asociado con angustia, ansiedad y depresión Se indica además que el contacto sexual con extraños es más habitual en quienes tienen baja autoestima, sobre todo asociado al consumo de alcohol y drogas.

 

Los psicólogos que intervienen en este tipo de estudios y de apreciaciones brindan consejos que tienen una buena cuota de razonabilidad, pero que son también muy imperfectos y, desde el punto de vista de una antropología completa e integral, son deficientes. Están proponiendo que el camino hacia la madurez sexual implica el fortalecimiento de la autoestima, el autocuidado con el control de los impulsos, el diálogo entre padres e hijos, el diálogo con la pareja y la protección adecuada para evitar el embarazo no deseado y la transmisión de una enfermedad sexual. Aunque no dicen nada del verdadero cuidado que tiene que ver también con la autoestima y con la madurez plena de la personalidad: es la virtud de la castidad, una de las virtudes del ámbito de la templanza. Esto implica que el hombre es un ser racional, y que por tanto tiene que orientar, y orientar desde dentro, hacia un orden acorde con su naturaleza y con su condición de persona, los impulsos básicos fundamentales.

 

Pero: ¿cómo se llega a la madurez personal sin autocontrol, sin una disciplina personal, sin la búsqueda de un orden, sin que la razón, en todo caso, oriente los impulsos más básicos y los haga servir a la plena realización del hombre? Nosotros sabemos, por la predicación cristiana, por los mandamientos de la Ley de Dios, que la relación sexual tiene su pleno sentido y su justificación moral en el matrimonio. Aquí estamos hablando del extremo opuesto, precisamente, a lo que llaman sexo casual, que habría que llamar de modo apropiado “promiscuidad”.

 

Desgraciadamente, parece que esta conducta es frecuente entre los jóvenes en todo el mundo, pero estos estudios que relacionan este descontrol sexual con problemáticas psicológicas muy concretas y con una alteración y un detenimiento del proceso de maduración de una personalidad, es muy significativo desde el punto de vista de la educación.

Entonces, aquí, la conclusión es que hay que volver a considerar las virtudes humanas y cristianas y, entre ellas, en el lugar que corresponde, también la virtud de la castidad que hace que las fuerzas que Dios ha puesto en el varón y en la mujer estén orientadas a aquello para lo cual lo pensó el Creador: la pareja estable, consagrada en el matrimonio, que es un bien social y el ámbito adecuado para la comunicación de la vida humana.

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