La vida cristiana en la era de la tecnología

La vida cristiana en la era de la tecnología

Por Jeffrey J. Maciejewski, Nebraska

 

Estamos ante un desafío. La vida digital trae una mejora de la vida. Y también ansiedades y tendencias obsesivas, que pueden ocupar el centro de la vida, tomando el lugar de lo espiritual.  En 30 años hemos visto la creación de la tv por cable, las computadoras portátiles, los teléfonos maravilla, el inicio de internet y el aumento de las redes sociales. Desde 2005 hay dos redes que tienen mil millones de visitantes por mes y una (Twitter) que tiene 241 millones por mes que mandan 500 millones de gorjeos (tweets) por día. La publicidad es mínima comparado con esto.

 

El deseo de conectarse lo motivan los centros cerebrales de recompensa. En un estudio de la Academia Nacional de Ciencias referente a escaneo cerebral, los investigadores muestran que la apertura personal en las redes, despierta el centro de recompensa, originando dopamina, el neurotransmisor cuyo efecto lo aumentan estimulantes como la cocaína y la metanfetamina. Por eso, la gente recurre a los medios para recibir ese estímulo. La apertura personal es un evento valioso, como las recompensas vitales de comida y sexo.

 

La investigación señala la excesiva cantidad de tiempo ocupada en las redes. Según Nielsen, lo común es pasar 16 horas por mes en los sitios sociales. La cifra aumenta a 21 horas por mes para la gente entre 14 y 34 años. Y hay super usuarios que pasan 3.6 horas por día, según la empresa Ipsos, y los menores de 35 años, 4.2 horas.

 

Además del estímulo neurológico hay otras obsesiones para ser micro celebridad: es un nuevo estilo de actividad online en el cual la gente usa cámaras, videos, audios, blogs y las redes para ganar fama entre sus conocidos, de modo de ser “irresistibles” para los demás. Ese modo también se logra con las selfies (fotos tomadas con el propio celular).

 

Este es el obstáculo más difícil que deben superar los discípulos de Jesús: darse cuenta que buscar la gloria entre los conocidos es algo como usar una droga, facilitada por la micro celebridad y la invasiva tecnología. ¿Cómo actuamos en cristiano con estas tentaciones? Reconociendo que el abuso de las redes sociales es una obsesión con el yo. Cuando ignoramos a Dios, nos servimos sólo a nosotros. El problema básico fue planteado por Jesús en el Sermón del Monte: Nadie puede servir a dos señores. Jesús indica que el camino de la santidad implica servir a Dios y sólo a Dios. Somos llamados a evitar la preocupación de ganar el afecto de otros. No podemos tocar ni ver a Dios, y no tenemos el reconocimiento inmediato que logramos de otros. Quizá Dios podría marcar como favorito alguno de nuestros gorjeos (tweets)! Pero debemos conseguir la gloria de Dios sin la garantía de signos exteriores. Esto es la Fe.

 

Estos instrumentos son meras posesiones, y Jesús nos advierte: Cuidense de la avaricia de cualquier tipo, pues la vida no consiste en poseer (Lucas 12:15). Como cristianos debemos poner el amor de Dios por encima de todo, buscando la gloria de Dios y no la de los otros. La verdadera virtud está por encima de las alabanzas humanas de las redes. Al usar las redes debemos centrarnos en compartir el amor de Dios con los demás.

 

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