Un óleo de Michel el haitiano
En 1983 hubo una reunión del CELAM en Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, en el Caribe. Ese país, comparte con Haití, la misma isla. Pero hay una diferencia grande: mientras Haití es uno de los países más pobres de la tierra, Dominicana es una tierra verde y fructífera. Que Haití sea así depende de muchos factores políticos y naturales, sobre los cuales no interesa entrar aquí en detalles.
Muchos haitianos huyen a S. Domingo, aunque los controles son terribles para que no suceda. Algunos al costo de su propia vida, logran entrar y sobrevivir. En la capital, sobre el mar Caribe hay una rambla bonita, en donde se establecen los haitianos para vender sus artesanías. Entre ellos encontré a Michel, un pintor de óleos coloridos que representaban la vida campesina en Haití. Un amigo que me acompañaba me dijo: ¿Por qué no compras un óleo a ese hombre que se gana la vida con su capacidad de pintor?
Así llegué a tener un óleo alegre, que Jorge Juan Torner se encargó de enmarcar, diciendo: Esta pintura necesita un marco bonito pero sencillo. Lo buscaré. Por cuarenta años me sirvió para pensar en los necesitados también de la Argentina y en lo que me contaban las hermanas sobre las capacidades increíbles que tenían los indígenas o los muchachos pobres de algunas provincias. Ahora le pertenece a Daniel Roda, mi amigo. +