Prudencia y felicidad de la vida activa

Prudencia y felicidad de la vida activa

La virtud de la prudencia conduce a la vida activa que tiende a la propia perfección.
Cuando parte de la experiencia de la realidad, el hombre dirige sus acciones sobre esa
realidad de la que parte, y así, a través de sus decisiones y operaciones, el hombre se
va realizando a sí mismo. La profundidad de todo esto se nos manifiesta en este
singular enunciado de S. Tomás de Aquino: en la prudencia, que dirige la conducta
humana se consuma esencialmente la felicidad de la vida activa. Hay dos clases de
felicidad: la felicidad de la vida contemplativa que es considerar la suprema verdad, o
sea a Dios; y la felicidad de la vida activa, que es la acción de la prudencia, por la cual
el hombre se gobierna a si mismo y gobierna a los demás. Asi el hombre se hace
soberano de sí mismo. En cambio el que se contempla a sí mismo no puede brillar.
Hay decisiones oscuras y claras: la prudencia es la claridad de hacer la verdad.

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