La razón y el bien
La prudencia es el polo opuesto a cualquier forma de irracionalismo o voluntarismo.
Esa verdad es tan clara que casi no necesita explicación.
La acción humana libre y responsable, cuando es recta y buena, no se forja en las
tinieblas, sino en la luz. Lo primero que se pide al que obra es el conocimiento claro.
Ese conocimiento significa la clara inserción en el espíritu del hombre. Por otro lado,
el bien presupone la verdad. Y la verdad es totalmente contraria a cualquier oscuridad
encubridora de las intenciones, pues el significado de la verdad es el de la potencia
del ser.
El círculo de luz del libre obrar humano, sometido al poder del conocimiento, está
rodeado de tiniebla. Ante todo, la oscuridad de lo natural que nace de haber nacido
con el pecado original, y también la oscuridad que Dios imprime a nuestro querer y
obrar. Son oscuridades sólo para nosotros, porque en la ciencia y la sabiduría de Dios
resplandece su Luz inaccesible. Ante la luz de Dios nuestros ojos casi no ven.