¿Por qué vivir tan acelerados?

¿Por qué vivir tan acelerados?

Osvaldo D. Santagada
Algunos parecen no tener tiempo para integrarse o acomodarse a nuevos trances. Siguen su
rutina y copian el apuro de otra gente. Además comen con el celular y lo usan de modo
constante incluso cuando están en consultorios o terapias. No paran en su activismo. S. Pío XII
decía que el activismo es la muerte de la vida espiritual, porque confía en las fuerzas humanas
nada más. Son claros los efectos de vivir acelerados. Ese estilo de vida causa trastornos: del
corzón, estrés crónico, ímpetus y enojos, bruxismo y pérdida de alegría, entre otras.
Así como hay alimentos que necesitan una absorción larga en el vientre, del mismo modo hay
situaciones que exigen un tiempo más largo para poder asimilarse.
¿Cuál es la razón de esto? La mente necesita tiempo para no repetir lo conocido y usar ideas
y palabras nuevas. Pasa con los alumnos: preparan sus exámenes con poco tiempo y fallan. La
cabeza no tuvo tiempo para asimilar los conceptos o intentos nuevos. La base de esa falla es
este: cuando no aceptamos cambiar la mente, es probable que erremos.
El cambio de mente exige un aprendizaje. Al vivir acelerados, nos manejamos con ideas
antiguas o aprendidas en la infancia, escuela o momentos previos, y no podemos hallar lo
hermoso que traen las nuevos hábitos, ideas y búsquedas.
En el cuerpo humano sucede lo mismo: si hay una buena asimilación, se regeneran las
células, se obtiene más energía, se mejoran los tejidos de los músculos y se hace más lento la
vejez. Por eso, el mejor remedio para no vivir acelerados es la meditación diaria, el silencio, la
atención a la respiración honda y la toma de consciencia de lo que estamos haciendo. + (GFI
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