
LA SAGRADA ESCRITURA
La enseñanza del Antiguo Testamento sobre el estado intermedio entre la condenación y la gloria se basa en dos principios:
1°. Cada uno es responsable de sus actos delante de Dios.
2°. Cada uno espera al Mesías para ser liberado o condenado.
El Antiguo Testamento no es muy preciso con respecto al estado intermedio que llamamos Purgatorio. La estadía de las almas después de la muerte, tanto de los justos como de los impíos, es denominada el «sheol».
Lo que resulta claro es que en el sheol las almas están separadas por su responsabilidad (justos) o irresponsabilidades (culpables). En muchos textos del Antiguo Testamento se menciona la muerte de los justos como «una reunión de paz y el descanso con sus antepasados y los otros justos del pueblo».
El castigo que merecen los impíos es «la separación del pueblo». En cambio a los justos en el sheol no se le quita la esperanza de las promesas mesiánicas. Para los justos, Dios es un Dios benigno y misericordioso, que les dará una vida futura. Para Job (el texto más antiguo del Antiguo Testamento) el sheol es el lugar en donde se espera la hora de la Misericordia de Dios. (Job 14:13 y 15: 18-21). Sin embargo, el sheol judío no puede invocarse como si fuera el Purgatorio en el que creemos los cristianos, porque el sheol es un dato muy confuso y allí están los justos y los culpables, esperando la llegada del Mesías. Aún no se trata de un estado en donde hay que expiar las penas que corresponden a los pecados cometidos.
San Roberto Belarmino que escribió un tratado sobre el Purgatorio, reconoce que los muchos textos referidos a los difuntos en el Antiguo Testamento (oraciones, sacrificios, honras) se refieren más bien a signos de tristeza y duelo por la partida de los seres queridos.