EN EL AEROPUERTO DE ATENAS

EN EL AEROPUERTO DE ATENAS

Llegamos a Roma y pasamos dos o tres días en la capital de Gracia. Íbamos como romeros a la Tierra de Jesús. Abordamos el avión con destino a El Cairo, pero en la mitad del trayecto el comandante anunció: «Volvemos a Atenas a causa de una tormenta de arena que tenemos frente a nosotros, viniendo de África».
Como ya habíamos salido del país, según constaba en el pasaporte, las autoridades griegas nos impidieron el regreso a la ciudad, de modo que tuvimos que permanecer encerrados en una sala de aeropuerto, en la que escasamente cabíamos los cientos cincuenta pasajeros. No teníamos acceso a los comedores y de pronto nos vimos enjaulados. Angustias, fobias y nervios por doquier. Algunos más exaltados gritaban, otros se deprimían. Traté de mantener el buen ánimo yendo de grupo en grupo.
En un rincón un señor sesentón, calmo, de ritmo mesurado, escribía sin detenerse. Cuando ya habían pasado más de diez horas en esa situación, me hizo señas. Me acerqué curioso. Y me dijo: «Lo estuve observando todas estas horas. Su actitud positiva me ha hecho pensar mucho. soy jesuita, me llamo Marcos Pizzariello y hablo cada mañana por la radio. Este forzado detenimiento de nuestra peregrinación a Tierra Santa, me ha permitido escribir varias de mis charlas, al observar los comportamientos.
Enrojecí. Comprendí que también se evangeliza compartiendo las experiencias con los demás.

Post a Comment

#SEGUINOS EN INSTAGRAM