El amor nupcial en concreto
Hasta ahora vimos lo esencial del amor nupcial. Es hora de explicar y presentar sus
aspectos complejos, su condición herida y dolorosa. Porque una realidad tan compleja
como el amor nupcial corre peligros y tiene en sí brotes de conflictos. A partir de que
la persona ha caído, los peligros se transforman en heridas y los conflictos se
envenenan. Esa es la condición trágica del amor.
El hombre caído nace actualmente separado de Cristo en quien encontraría a Dios
que es amor. Por consiguiente el amor humano nace separado de su Fuente y de su
Meta. Pero ha mantenido su sentido: se da para ayudar al varón y a la mujer a unirse
en Dios y difundir su Reino. Pero ha perdido su fuerza: no puede llegar a Dios porque
ya no nace del corazón misericordioso del Señor. Ese amor ya no puede realizar la
comunidad sagrada en la que el Padre es su origen y en que los hijos son a la vez
hijos del hombre e hijos de Dios. Esta carencia, esta desorientación invisible al
hombre instintivo, que sólo los ojos de la Fe pueden captar, es la herida básica de
amor conyugal.