DONDE ESTA TU TESORO, ALLÍ ESTÁ TU CORAZÓN
Un indio mataco vino a la capital a visitarme. Le llamaba la atención el rugido de los coches y el barullo de la gente. Salimos a caminar por el centro. Al pasar por un lugar dijo: «¿Oye lo que oigo?»
Contesté «Oigo solamente los escapes de los motores y el griterío de la gente. ¿Qué oís?
«Yo oigo muy cerca de aquí un grillo que canta», indicó mi amigo. «Aquí no hay grillos», repuse, «seguro que estas pensando en el norte…»
El varón se acerco a una pared,que estaba tapada por las plantas de un negocio y señalando me mostró al grillo cantor.
Seguimos nuestra marcha mientras yo decía: «Claro, tu oído está más acostumbrado que el mio a los insectos. Los indios oyen mejor que nosotros, gente de la ciudad».
«Padre, se equivoca. Nuestro oído no es mejor que el de ustedes. Va a ver…» Y al decir esto, metió la mano en su bolsillo, sacó unas monedas y las dejó caer al suelo cerca de donde pasaba la gente. Todos daban vuelta la cabeza y miraban hacia el suelo, hacia el dinero.
«No se trata de tener mejor o peor oído. Sino de saber donde está nuestro corazón».