De nuestro ser natural nace el deseo de felicidad

De nuestro ser natural nace el deseo de felicidad

El hombre por su naturaleza, por ser creado, no es una nada impotente, que
necesita que Dios entre en acción como único motor eficiente. Al crearnos, Dios nos
ha puesto un motor propio. Al contrario, quiero afirmar que de esa raíz de lo natural en
el acto de amar nace la libertad de nuestras propias decisiones. Además, por
añadidura, en ese querer natural, desde lo más profundo de nuestro corazón, tenemos
la tendencia a la felicidad personal. La pura esencia de nuestra naturaleza humana
nace la libertad y queremos ser felices. Tendría que dejar de ser hombre, si no nos
amarámos y no quisiéramos nuestra plenitud.

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