
El amor, el hombre y la felicidad
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En la base de la idea del amor, hay toda una concepción del hombre. Quien se entienda a si mismo y la persona humana como un ser que al menos en la vida espiritual es un ser libre, no indigente y autónomo, es imposible que acepte la idea de que la voluntad espiritual sea incapaz de no querer su propio perfeccionamiento y plenitud, es decir, su felicidad personal. Quien conciba al hombre y a sí mismo en lo más profundo de su existencia como criatura, sabe tambián que en el mismo acto de la creación, sin que nadie nos preguntase y sin poder hacerlo, fuimos disparados como una flecha a un determinado blanco. Nosotros mismos somos impulsores de esa fuerza que nos quiere felices.