Una verdadera proclamación

Una verdadera proclamación

Para proclamar un texto de la S. Escritura se necesita tener la voz adecuada, saber
pronunciar con claridad todas las palabras, hacer las pausas necesarias, respetar los
puntos. Una cosa es leer de corrido un texto y llegar rápido para decir “Palabra de
Dios” y otra cosa muy distinta es llegar al corazón y a la mente de los fieles,
pronunciando con calma los textos de que se trate. Un drama como el de la reina
Atalía no puede leerse de prisa porque la lectura es larga, porque en ese drama hay
muchas cosas de los que abandonan a Dios que es necesario aprender. Un poema
como es el salmo no se puede leer como una lectura más, sin dar el espíritu del
escritor sagrado. No se trata de “cumplir” sino de llegar al Pueblo, de modo que no se
haga la recta separación entre el estribillo y el poema. ¿Qué se llevan los fieles de
semejante tergiversación?

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