Prudencia y felicidad

Prudencia y felicidad

He dicho que no puede darse prudencia sin una constante preparación para la
renuncia a sí mismo. Esto nos descubre la íntima e inmediata conexión que une a la
prudencia con la justicia. La prudencia es el uso de la recta razón. La virtud moral
donde mejor se manifiesta el uso de la recta razón es la justicia. Por eso, donde más
se nota el uso indebido de la razón son los vicios opuestos a la justicia. Aunque el
vicio que más se opone a la justicia, como a la prudencia, es la avaricia.
La persona que se limita a contemplarse a sí mismo, sin prestar atención a la verdad
de las cosas reales, no podrá ser ni justo, ni valiente, ni moderado. Sobre todo no
puede ser justo. Porque lo primero que se exige a la persona que debe practicar la
virtud de la justicia es que prescinda de sí mismo. No por casualidad en el lenguaje
cotidiano la falta de objetividad viene a significar casi lo mismo que injusticia.

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