Permenecer despierto en la vida de cada día
Comentario 163 – 1o. Adviento A – 27 Nov – Mateo 24:37-44
Las tradiciones religiosas han advertido que no hay que perderse en las cosas materiales. Cada día hay que hacer algo o aparece algo.
Dicen que Dios y el hombre salieron a caminar. El hombre preguntó: ¿Cómo es el mundo? Dios dijo: Primero dame un vaso de agua fresca y luego te responderé. El hombre fue a un pueblo golpeó y apareció una mujer que le dijo: Ya que está aquí, quédese a comer. El sintió hambre y se quedó. Se casaron y tuvieron hijos. Veinte años después una terrible tormenta amenazó sus vidas. El dijo: Ayádame, Dios. Un voz se oyó en la tormenta: ¿Donde está mi vaso de agua?
¿Cómo es el mundo? El mundo es el lugar del olvido. En el mundo nos quedamos dormidos y no prestamos atencióna la dimensión espiritual de la vida. Tenemos muchas cosas que hacer. Incluso llega un momento en que uno piensa: ¿Como hago tanto y estoy tan vacío?
Antes de Navidad la gente se vuelve loca para comprar y preparar la fiesta, pero no para el Nacimiento de Jesús, y empiezan a ansiar que lleguen los sencillos días de Enero. El apuro por la fiesta nos hace perder el mensaje de la fiesta. Tratamos a lo espiritual como un lujo y dejamos que el alma se empobrezca y atrofie.
Las palabras de Jesús nos llaman a estar despiertos en medio del ajetreo de cada día. La oración, antes de cada cosa y durante el trabajo, nos ayuda a estar despiertos en medio de los problemas materiales. En lugar de sentirnos vacíos, sentimos placer, entusiasmo y ganas de hacer.