La tentación sutil del amor conyugal
Para la mujer que debe amar y obedecer, lo difícil es obedecer. La sumisión era para la mujer antigua, pues el cristianismo liberó a la mujer de su inferioridad social y ahora podría encontrar un pretexto para liberarse de sus deberes. La mujer prolonga a Eva que debía obedecer pero se dejo seducir y desobedeció el mandato de Dios. Esa independencia egoista es la tentación sutil del ser más débil y menos carnal, que rompe la pureza de su amor. La mujer es amada y su tentación es usar ese amor para fines egoístas, para hacerse adorar y abandonar a Dios. Es una tentación para el
varón, que es débil ante ella. Cuando la mujer se somete a su marido como la Iglesia a Cristo, en la fe y la pureza, su amor se hace una forma silenciosa de la adoración a Cristo presente en el seno de su amor.