El oficio de proclamador de la Palabra
Los lectores no se eligen al azar, como hacen muchas sacristanas. Al contrario, el
lector es instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, excepto el
Evangelio. El lector puede también proponer las intenciones de la Oración universal,
después de la homilía o del Credo. Si no hay un salmista que sepa proclamar poemas,
puede proclamar el salmo responsorial. No es lo mismo proclamar lecturas, que el
salmo responsorial.
El lector tiene un ministerio propio en la celebración de la Misa y los Sacramentos,
ministerio que debe ejercer él, aunque haya otro ministro de grado superior.
Para que los fieles lleguen a adquirir una estima suave y viva de la Sagrada Escritura
a causa de la audición de las lecturas divinas, es necesario que los lectores que
ejercen tal ministerio, aunque no hayan sido instituidos en él, sean de veras aptos y
diligentemente preparados.