EL CATECUMENADO DE ADULTOS
La Iglesia quiso que quienes se bautizaran de adultos se preparasen de modo conveniente. Sólo a los niños los bautizó por la Fe de los padres, aunque pidió la preparación de padres y padrinos antes del Bautismo.
El los últimos dos siglos por la pérdida de la Fe y los movimientos anti católicos masones, la Iglesia administró el Bautismo a los adultos con el rito de los niños.
En Concilio Vaticano II (1962-1965) quiso poner la casa en orden y restableció el Catecumenado de los adultos que quieren recibir los Sacramentos de la Iniciación cristiana: Restáurese el catecumenado de adultos, dividido en distintas etapas, cuya práctica dependerá del juicio del ordinario del lugar; de esa manera, el tiempo del catecumenado, establecido para la conveniente instrucción, podrá ser santificado con los sagrados ritos que se celebrarán en tiempos sucesivos (Const. de la Liturgia, n.64). En las misiones, además de los elementos de iniciación contenidos en la Tradición cristiana, puede admitirse también aquellos que se encuentran en uso en cada pueblo en cuanto puedan acomodarse al rito cristiano. (n.65). Para eso, el Concilio puso a disposición de la Iglesia Católica, un «Rito de Iniciación cristiana de adultos» (RICA).
Bautizar adultos sin preparación, como se hace hoy en la Argentina, es un hipoteca para la Iglesia. Esos «bautizados» no conocerán el Evangelio, ni la conducta moral cristiana, ni las prácticas católicas. Sostendrán doctrinas contrarias al Magisterio con toda calma.
La Iglesia experta en humanidad (Pablo VI, 4 oct. 1965), sabe que tortuoso es el corazón del hombre. Al hombre, heredero del pecado original, hay que prepararlo como se hizo por siglos, hasta que los clérigos se hicieron ignorantes y perezosos, y se interesaron de su sustento, aunque unos que seguían ese camino, cambiaron de vida, y llegaron a ser santos.