Dos tipos de personas imprudentes
El primer tipo de imprudente es el que sin reflexionar, y juzgar antes, se lanza a la
acción. Es imprudente por impremeditación. No ha reflexionado ni evaluado antes de
actuar. Por supuesto, no me refiero a lo que se llama “rapidez de acción”. Hay dos
maneras de ser rápido o lento: al deliberar y al actuar. Según mi opinión, hay que ser
lento en la deliberación o reflexión sobre la realidad, y hay que ser rápido cuando se
ha reflexionado y juzgado bien antes de actuar.
Hay algunos que son capaces de captar de una sola ojeada las situaciones
imprevistas: son las personas perspicaces. Aunque la perspicacia que es la visión
sabia y objetiva ante lo inesperado, exige mucha práctica de haber reflexionado y
juzgado antes de actuar. Esta perspicacia convierte a la prudencia en prudencia
perfecta.
Además del imprudente por que no medita antes, hay otro tipo de imprudente: el
inconstante. El inconstante malogra el paso del conocimiento de la realidad a la
acción. La reflexión y la evaluación previas pueden caer al vacío, y por consiguiente la
acción queda frustrada. Hay que alabar a la prudencia que llega a la acción buena.