Autonomía y necesidad de la persona
A las interpretaciones del amor y del eros, negamos que el amor humano sea nada o
bien que el amor humano es soberano. Esa es la gran tradición cristiana desde san
Agustín pasando por s. Tomás de Aquino y s. Francisco de Sales hasta hoy.
No hay ningún derecho de afirmar que no somos “nada”, sino todo lo contrario,
somos con toda propiedad, una persona que precisamente por ser criatura de Dios, es
cierto que tiene un ser regalado por Dios, pero que también se lo ha dado como
auténticamente propio.
Al mismo tiempo, hay que decir que la persona humana, dado su carácter de
criatura, es un ser indigente, profundamente indigente, lo que podría llamarse pura
indigencia en persona, un ser sediento por apagar su sed. Esas dos realidades, tanto
nuestra autonomía en el ser, como nuestra profunda necesidad de amor, se
manifiestan con imponente evidencia precisamente cuando amamos. =
