
Amor con alegría y amor sin dolor
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Amor y alegría van de la mano, y también amor y tristeza. Del amor proviene tanto el
gozo como la tristeza. Esto hay que aclararlo. Puede darse amor sin dolor y sin
amargura; en cambio no puede darse amor sin alegría. Hasta el amante desgraciado es
más feliz que quien no puede amar. En el propio acto de amor se tiene algo amado y
quien ama sigue participando en las cosas de ese ser que se le aparta con ingratitud,
que se arrastra por caminos malos y que lo llena de dolor. El amante sigue estando
unido a él, de alguna forma. Hasta el amor desgraciado puede quebrar el principio de
la separación (el infierno) y por lo tanto conserva un motivo real de alegría y un trozo,
por pequeño que sea, del paraíso.