El hombre es un ser único, no dividido
Los grandes maestros del cristianismo insisten en que la realidad del hombre es un “ser único”, compuesto a la vez de espíritu y naturaleza. Y ambas cosas son las que constituyen el espíritu creador. Lo que sucede por naturaleza, sucede por creación. Eso significa que somos uno por el impulso más íntimo de nuestro ser criatura. Esa fuerza no nace del corazón sino de la creación unitaria que pone en movimiento toda la dinámica del universo. Aunque el corazón es también su fuente porque Dios Creador está más hondo en nosotros que el propio corazón. Por eso, cuando aceptamos que somos criaturas y lo aceptamos, reconocemos que somos un evento de la naturaleza. En el núcleo de lo creado y en la propia vida, está en acción un acto personal sucedido en su espíritu, y que a la vez es creado y natural.
