Los golpes en el pecho

Los golpes en el pecho

Uno de los gestos penitenciales tradicionales es golpearse el
pecho. Al golpearse el pecho con las manos se elimina el
cortocircuito del cuerpo, o sea, el bloqueo emocional y se restaura
el equilibrio entre la mente y el cuerpo. Es una de las razones
porque las monjas de clausura llegan hasta los 100 años.
Jesús presenta al recaudador de impuestos que se golpeaba el
pecho diciendo: Oh Dios, ten piedad de mi que soy un pecador. Es
también la actitud de la gente ante la muerte de Jesús, que se iban
golpeándose el pecho. Es un gesto hermoso, al menos en cuanto a
la expresividad. En el pórtico de la Gloria, de Santiago de
Compostela, el maestro Mateo se representó a si mismo al pie de la
columna central, al fondo de la iglesia, de rodillas y dándose golpes
de pecho.
Para el acto penitencial al inicio de la Misa, usamos también el
mismo gesto, aunque ahora los católicos se tocan suavemente el
pecho y no se golpean por vergüenza. Golpearse el pecho es
reconocer la propia culpa, apuntando hacia dentro, donde sucede el
mal, y además sacudiendo el pecho manifestamos que queremos
despertar y cambiar. Es un gesto especial para cuando nos
confesamos, bien hecho.

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