
JESUS DA SU VIDA POR TODOS
Les costó mucho a los discípulos entender que Jesús dió su vida en la cruz, no se la
quitaron contra su voluntad. La cruz es una violencia y pese a la violencia Jesús entrega su
vida para quien la acepte. Al entregase en la Cruz, Jesús se convierte en la comida del
mundo, como hizo al alimentar a los hambrientos o al compartir la mesa con sus discípulos.
Por eso la Cruz y la Eucaristía se entienden mutuamente. Si vas a la Cruz encuentras la
Eucaristía; si vas a la Eucaristía encuentras la Cruz.
Nos entregamos a los demás, aunque no conversamos de eso. Recordamos éxitos o
problemas, y olvidamos las veces que ayudamos.
El impulso a sacrificarnos se anticipa a nuestras inclinaciones y tendencias. Así lo vivió
Jesús. Partimos el pan para nosotros y para los demás. Mostramos más amor cuando damos
que cuando acumulamos, porque el Espíritu Santo que nos impulsa, no es tacaño. Imitemos
a Jesús: tomó pan y “dio gracias”. Antes del sacrificio necesitamos expresar la gratitud. La
vida no es propiedad de Jesús, ni de nadie, sino sólo l Padre. Y el Padre Dios da la vida
gratis. Le damos gracias por eso. Sí, Dios nos devuelve mucho más de lo que damos.
Cuando nos sacrificamos, lo que recibimos gratis lo damos gratis. Y en eso está nuestra
felicidad.