
ENCONTRAR LOS CAMINOS
Hay un peligro en la vida espiritual. pensar que la energía proviene de nosotros y que podemos manejarla sin temor. El poder de la energía es como el fuego. A nadie se le ocurre poner un cuchillo en un toma corrientes de 220 voltios.
La energía de Dios requiere que nos acerquemos con precaución y reverencia. Así lo aprendimos desde niños: hacer la genuflexión ante Cristo presente en el Sagrario, de quien procede la fuerza y el poder.
Los jóvenes actuales, liberados de tabús antiguos y de normas morales, piensan que pueden acercarse al «fuego» porque a ellos no les pasará nada. La experiencia del domingo al mediodía, con jóvenes deprimidos o engreídos en nuestras casas indica exactamente lo contrario. Están enfermos y lo saben. Reflexionemos sobre esto.