Asunción de María
Dios no quiso manifestar solemnemente el misterio de la
salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por
Cristo. Por eso, vemos a los apóstoles antes del día de Pentecostés
perseverar unánimes en la oración con algunas mujeres, con María
la madre de Jesús y con los parientes de éste. María también
imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la
Anunciación la había cubierto a ella con su sombra. Finalmente, la
Virgen Inmaculada, preservada de toda mancha de culpa original,
terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y
alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina
celestial con el fin de que se asemejase de forma más plena a su
Hijo, Señor de Señores y vencedor del pecado y de la muerte.