
Los valores – 26
No desear todo lo que se ve
Los sujetos poseemos una libertad de elección y una libertad de creación. Con la libertad de elección elegimos cualquier cosa de la multitud que se ofrece a nuestro alcance, y cuántas más mejor, pues nos pensamos todopoderosos. Con la libertad de creación, es diferente. Antes de elegir debemos “concentrarnos”, es decir, entrar en el centro nuestro para encontrar nuestra identidad superior. Concentrarse supone no dejarse embaucar por el prisma de colores que aparece a simple vista. Los niños eligen mirando alrededor. Por eso los negociantes arreglan sus mercancías en la vidriera.
La libertad de creación supone una batalla con nosotros mismos, porque hay que tomar una decisión pensada y no ofrecida por cosas, palabras y sucesos. Por eso, es difícil encontrar gente dispuesta a entrar en el sacrificio. Quizá por una vez para recordar en la vejez, que fuimos en una ocasión a ayudar a los pobres. El 10o. Mandamiento del cual tan pocos se confiesan es exactamente esto: prevenirnos de la codicia y despreciar lo nuestro.
El valor de la libertad de creación se enseña, para no vivir disfrazados de lo que no somos. Es un valor humano que se enseña no sólo con palabras, sino con el ejemplo de la casa, la escuela y la iglesia.