¿VES ESOS GRANDES EDIFICIOS?

¿VES ESOS GRANDES EDIFICIOS?

EL ESPÍRITU SANTO

Cuando Jesús salía del templo, uno de sus discípulos le dijo:

«¡Maestro, mira qué piedras enormes y qué edificios!

Jesús le respondió:

«¿Ves esos grandes edificios? De todo esto no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido».

Y después, estando sentado en el monte de los olivos, frente al Templo, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado:

«¿Cuando sucederá esto y cuál será la señal de que ya están por cumplirse todas estas cosas?»

MOTIVACIÓN

Para los pescadores galileos, Jerusalén es impresionante. Ellos únicamente tienen como punto de comparación la hermosa sinagoga de Cafarnaum. Pero comparada con los edificios del Templo israelita, la sinagoga aquella es una vulgaridad. El templo es orgullo de los judíos, desvelo de muchos durante siglos, centro de la vida religiosa, objeto de peregrinación, depósito de la Alianza. Entremos también nosotros con los discípulos. Allí enseña Jesús y la gente lo escucha con agrado.

COMENTARIO

Jesús sale del templo. Ha ido con los apóstoles a la oración de la mañana o de la tarde. Se retira con los suyos. El sol hace brillar las piedras y las puertas. La gente se apiña para entrar y salir. Jesús sufre porque el templo está transformado en un mercado internacional y deja de ser casa de oración. Se alegra cuando ve la fe de la viuda. Sabe que los sacerdotes están furiosos por lo que pasó días pasados, cuando él arremetió contra los vendedores y financistas, que hacían todo ese batifondo. Todo ese mercantilismo es como una puñalada en sus sentimientos de genuino Hijo de Dios hecho hombre. Jesús está pensativo.

De pronto, mientras van hacia el lugar habitual de oración privada, uno de los discípulos se da vuelta y queda extasiado ante todo el conjunto. No puede contenerse y le dice: «¡Rabbí, fíjate que piedras enormes, qué construcciones magníficas!».

Jesús considera en silencio a Jerusalén y responde con una pregunta: «¿Ves esa gran construcción?» El otro calla. Los demás también contemplan la belleza de la edificación, aunque esperan algo. El discípulo estaba admirado por las piedras. Jesús le dice: «De todo eso, no quedará piedra sobre piedra. Todo sera destruido». De esa belleza famosa no quedara nada. La historia lo confirma: Jerusalén fue incendiada en el 70 después de cristo. Los judíos todavía hoy se apoyan en uno de los muros antiguos para lamentarse de la gloria pasada. En ese momento dramático, las palabras de Jesús son las base de la acusación para su muerte.

Llegan al monte de los olivos. Están frente a la puerta dorada. Todos se sientan y contemplan la construcción que luce espléndida. Están angustiados por el anuncio de su profecía. Inspiran profundamente y casi se les caen las lágrimas. Ahora ya no hay testigos, ya pueden interrogarlo. Los cuatro pescadores, los primeros llamados, le preguntan: «¿Cuándo sucederá todo esto? ¿Qué señales habrá?

Jesús les responde, infinito de compasión, mezclando el fin de Jerusalén con el fin del mundo. Les anuncia la persecución, y el testimonio que deberán dar. Con todo, el final no llega antes de que el Evangelio sea proclamado a todo el mundo. El secreto clave es que cuando llegue la prueba el Espíritu Santo hablará por ellos.

Jesús los previene para que lo sepan por adelantado, para que no se dejen engañar. Ellos deben velar, no deben vivir «dormidos», sino alerta. Y deben orar sin cesar. Porque el «cuando»sobre el que preguntan llegará de improviso como la muerte. La oración los mantendrá en la fidelidad.

APLICACIÓN A NOSOTROS Y PREGUNTAS DE JESÚS

Nosotros también nos vanagloriamos de nuestros templos. Algunos, aunque lo ocultan, sienten orgullo de sus iglesias famosas por la historia, la belleza la grandiosidad. Gay sacerdotes que no duermen pensando en sus techos y en sus construcciones. No admitirían una crítica evangélica sobre la ocupación de su tiempo.

Los terremotos de Chile (el último en 1984) o antes, en Managua, tiraron abajo iglesias hermosas. Más aún, lugares cristianos famosos por su vitalidad, son ahora recuerdos para la Iglesia Católica: el norte de África y el oriente cristiano fueron entregados a los musulmanes. Y las Iglesias de Rusia y sus satélites convertidas en museos, igual que las de toda Albania. Acaban de arrasar con quince iglesias en el centro de Bucarest para hacer una avenida. Y en Inglaterra se venden por falta de practicante. Jesús no nos ha prometido «templos eternos». Solamente el Espíritu Santo mantiene vivo el Cuerpo de Cristo que debe ser edificado en el amor.

  • ¿Te interesas más por los enfermos, los necesitados, los solitarios, que por las cosas materiales de tu cuarto, de tu casa, de tu seminario y de tu templo?
  • ¿Pones lo material al servicio de lo espiritual, como el Cura Brochero o la Beata Antula en sus Casas de ejercicios?
  • ¿Dedicas tu tiempo a construir en ti mismo un templo del Espíritu Santo?
  • ¿Comprendes que la obra de construir una «comunidad cristiana» no es una empresa de cálculos humanos, sino una tarea de fe?
  • ¿Estás convencido que «la fe de un pequeño» vale más que todos tus grandes proyectos?
  • ¿Edificas tu comunidad con el trabajo manual más humilde: horticultura, jardinería, carpintería, cocina, fregadero, despensa?
  • ¿Evitás con valentía todas las conversaciones de críticas, de burlas, de desprecio con respecto a cualquier persona? ¿Sabés detenerlas una vez empezadas convencido de que la crítica destruye la hermandad?

PLEGARIA

Señor Jesucristo, antes de tu éxodo nos prometiste el Espíritu de la verdad.

Por el Bautismo y la Confirmación nos diste la plenitud del Espíritu Santo para vivir en comunidad.

Me haces responsable del Pueblo de Dios.

No permitas que me vuelva un mercader del templo.

Haz que ame a tu Iglesia como a una esposa inmaculada.

Haz que los «ordenados» sean ministros de la caridad antes que nada

Sólo tu gracia puede mantenerme así. Que no me falte por culpa mía.

PROPÓSITOS

  1. «A manera de piedras vivas, ustedes son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios agradables a Dios por Jesucristo».
    -Elegir la santidad como alma de mi sacerdocio.
    -Rechazar todo lo que no me conduzca a la unión con Cristo y su Pueblo
  2. «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?»
    -Respetar a cada cristiano como templo del Espíritu Santo.
  3. «Anímense y edificaremos mutuamente»
    -Estimular con mi ejemplo a los prójimos.
    -No tener vergüenza de vivir en la presencia de Cristo.

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