VAYAMOS MÁS ALLÁ DE LOS LIMITES
Cada persona tiene sus limitaciones. Sin embargo, algunos límites provienen de juicios emitidos en la infancia («no servís para nada», «se te cae todo», «este chico no sirve para matemáticas», etc). La mayoría de los límites que tenemos son «auto impuestos», nosotros mismos nos hemos convencido que no servimos. La razón más profunda es el miedo al juicio de los demás.
Sí, tenemos miedo al «no» de los demás, a que les desagrade nuestro estilo, a las críticas, a tocar temas candentes, a defender nuestras convicciones, y a dar opinión. Dios nos pide que salgamos de nuestros límites y vayamos a «otros territorios» como fue Jesús a Tiro y Sidón, fuera de Palestina.
Al comenzar un nuevo milenio, la nueva situación nos pide como católicos que difundamos nuestra Fe de otro modo, que demos nuestro aporte a las causas justas. ¿Qué planes tienes para expandir tu influencia, sin miedo? Distribuir el periódico, el boletín, asistir a jornadas y cursos a pesar de tu edad, comprometerte con la Iglesia aunque los otros jóvenes te «carguen»…