Temor filial y temor servil
Hoy es difícil comprender la noción de “Temor de Dios”. El temor de Dios es temor
en sentido preciso. No es igual a respeto o veneración. ¿Ante qué sentimos temor de
Dios”? Hoy se habla de los peligros de la vida humana. Pocas veces se alude el último
peligro de la existencia, ante el cual los demás peligros son penúltimos. El horror a la
posibilidad de quedar separado de Dios por causa de la culpa provoca la reacción del
temor del Señor como un real tener miedo. Ese miedo no se puede vencer con ningún
heroísmo. El temor de Dios nos pertenece por ser de “caminantes” hacia la plenitud.
Se puede olvidar el temor de Dios, pero es como olvidarse de sí mismo. El pecado
grave provoca dos efectos: la culpa y la pena. La culpa se borra en la confesión y la
pena queda hasta conseguir que una indulgencia plenaria nos toque. De lo contrario,
las penas nos llevan al Purgatorio. Es más auténtico el temor por la culpa, al que
llamamos “temor de hijos” (temor filial). Al temor por el castigo o pena lo llamamos
“temor servil”.