¿QUIÉN DICEN USTEDES QUÉ SOY YO?
JESUCRISTO
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó;
-«¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
Ellos le respondieron:
-«Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los Profetas».
-«Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?»
Pedro respondió:
-«Tú eres el Mesías»
Jesús les prohibió que se lo dijesen a nadie.
Marcos 8:27-30
MOTIVACIÓN
Jesús y los suyos están fuera de Galilea. En los caseríos de Cesarea de Filipo. Aprovecha para iluminarlos más sobre su persona y su misión. Van solos. Se conversa «por el camino». Marcos nos muestra a un Cristo que está de una orilla a otra o por el camino con sus discípulos. Pero también a un Cristo que se sienta a comer o que busca la soledad para comunicarse con su Padre. Unámonos a los apóstoles en ese camino y penetremos el sentido de este diálogo.
COMENTARIO
Los discípulos están admirados de lo que sucede. Ellos, rudos pescadores de Galilea, acompañan al Rabbi que provoca la adhesión del pueblo de Dios: «Todo lo que hace bien: oír a los sordos y hablar a los mudos». La gente comenta sobre Jesús. Es cierto que Jesús ordena terminantemente que no digan nada. Pero la gente es así: comentan todo. El Rabbí de Nazareth, el hijo de María, hizo esto o aquello. La gente se interroga: «¿Quién es este que enseña de una manera nueva?», «Nunca hemos visto nada igual». «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?». Otros lo creen loco. Otros le tienen miedo.
En Nazareth, sobre todo, surgen las preguntas más agudas, porque todos lo conocen: «Es el carpintero, el hijo de María, pariente de Santiago, José, Judas y Simón». Pero, «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?. Estos se escandalizan que «uno cualquiera» pueda hacer todo eso.
Por eso resulta normal que ne la intimidad Jesús de inicio a un diálogo sobre las opiniones de sus enemigos, de los que no lo quieren, los de fuera sobre él. No lo hace por soberbia, ni por política. Es un paso más en la apertura de los ojos a los ciegos.
Todos los discípulos contestan. Algunos sabían las preguntas que hacían los espías de los sumos sacerdotes y levitas a Juan Bautista: ¿Eres Elías? ¿Eres el Profeta? ¿Quién eres?. Santiago y Juan, los «hijos del trueno», Andrés que había sido discípulo de Juan el Bautista, le dice lo que afirma Herodes de Jesús: «Este es Juan, a quien yo mandé a decapitar y que ha resucitado de entre los muertos» y lo que dicen otros: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos».
Felipe y Natanael, Tomás, Santiago, Tedeo y Mateo dicen que para otros Jesús es Elías, el gran profeta, o quizás alguno de los otros Profetas. En efecto, en el pueblo de Dios se espera la llegada de un Profeta prometido por Dios. Para algunos sería un profeta nuevo o bien alguno de los antiguos redivivo.
Después de conversar sobre esas habladurías, Jesús les pregunta a ellos mismos; «Y para ustedes que están conmigo ¿Quién soy yo?» Es el contraste con los «de afuera»»: Ellos son de Él. Silencio. Todos piensan, recuerdan, ansían. Judas Iscariote y Simón el Zelote, que son revolucionarios, quisieran decir todo lo bueno que esperan de El: «Que nos liberes del yugo extranjero. Que nos devuelvas la dignidad nacional». Por fin, habla Pedro. No está hecho para discursos. Sus palabras son pocas, breves, decisivas. De un tirón descubre el «secreto» de Jesús: «Tú eres el Mesías, el Ungido, el Cristo». «Jesús, tu eres el CRISTO», el esperado que trae la liberación, el prometido al pueblo de Dios, el objeto de la esperanza de Israel. Su afirmación no es sobre la divinidad, sino sobre la misión de Jesús. Pedro es el corifeo. Todas las voces se silencian. Quieren saber que responderá Jesús. «No se lo digan a nadie». «Terminantemente». Por ahora es un secreto. Sólo se revelará en la Pascua, cuando comprendan que el Mesías es al mismo tiempo el «Servidor de Dios», y no según la imaginación y la fantasía de ellos un liberador poderoso.
Ahora Jesús debe prepararlos para la «hora» que ya se acerca. Tiene que anunciarles la pasión, el sufrimiento, la traición, la muerte y la resurrección. Para que llegado el momento, tenga fe.
APLICACIÓN A NOSOTROS Y PREGUNTAS DE JESÚS
A nosotros nos sigue preguntando Jesús lo mismo: «¿Quién dicen ustedes que soy yo?» A cada uno nos toca responder, no con las aproximaciones y habladurías, sino con la verdad de nuestro conocimiento de Jesús y con nuestra fe bien vivida sólo quien conoce y vive puede hablar y puede amar.
- ¿Has dejado de buscarme? ¿Ya no te interesa conocerme?
- ¿Te has dado cuenta cuantos sacerdotes tibios hay? No me aman, porque se han desinteresado de mi. ¿Quieres ser como ellos?
- ¿Comprendes que el verdadero «mesianismo» es el servicio, la caridad fiel y la fe amorosa?
- ¿Emprendes a tu vida de ministerio (o la sigues) con un gran entusiasmo por conocerme? ¿Aceptas la aridez de los estudios para llegar a mi amor?
- ¿Te convences que mi obra es salvar al mundo por el amor y el sacrificio? ¿ A todos?
- ¿O secretamente como Judas, tienes tu ideología que conservarás celosamente porque la razón la tiene el «Padre fulano de tal»?
- ¿Asumes para tu vida que el Señor, el Cristo ya vino, y que tú eres sólo un instrumento al servicio del Pueblo de Dios?
PLEGARIA
Jesús, tú eres el Cristo, el Ungido de Dios.
Y me has llamado a ser tu amigo.
Y me has lavado los pies.
Quiero ser como tu quieres y lo que tu quieras.
No me guardo secretos.
Y no quiero ser un «profesional» de ritos sin amor.
Permanece en mi hasta la muerte.
PROPÓSITOS
- «No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria.
– Aceptar sufrir para mantener la unidad y el amor. - «Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo».
– Mantener el coraje y el valor.
– Rechazar la cobardía y la depresión como cosa del Maligno. - «Para mí, vivir es Cristo»
– Dejar que Cristo ore en mí
Enamorarme de Jesucristo: ser su amigo íntimo.
– Dedicar cada día una hora a mi Amigo.