Prudencia y virtud moral
Si no hay prudencia no hay posibilidad de que haya virtud moral.
Aunque, por otra parte, la prudencia no puede darse sin las virtudes morales. La
primera afirmación enseña que sólo el prudente es apto para ser justo, fuerte y
templado. Y la segunda afirmación nos dice que el hombre que no es ya justo, fuerte y
templado no puede ser prudente.
¿Cómo pueden ser válidas las dos afirmaciones? No es legítimo eludir la disyuntiva:
o es la prudencia la que genera a las virtudes morales, o son estas las que se
encargan de producir la prudencia. Es imposible que ambos extremos sean
verdaderos y válidos a la vez y en el mismo sentido. Cuando el reptil hace su rosca,
jamás dejara la cabeza de ser el extremo que muerda y la cola el extremo mordido. La
prudencia siempre será primera entre las virtudes morales.