Prudencia y avaricia
Que la astucia o intriga nace de la avaricia, nos presenta una cruda luz sobre la virtud
de la prudencia y la actitud básica en que se funda la prudencia. Eso significa que la
prudencia es totalmente contraria a la avaricia. De inmediato descubrimos con claridad
el vínculo secreto que une a la avaricia con la falsa prudencia. Eso sucede con
palabras que ya no se usan: por ejemplo a veces se usaba prudente como sinónimo
del avaro; o bien se usaba hábil para unir la habilidad y la astucia que nacen del
egoísmo. Ese uso verbal de las palabras prudente y hábil pueden considerarse en la
esfera significativa de la prudencia, aunque precisamente para expresar lo contrario.
La avaricia no es solamente el amor desordenado por las riquezas, sino tiene un
sentido más amplio. Es el afán desmesurado de poseer todos los bienes que el
hombre considere adecuados para asegurar su grandeza y su dignidad. Por eso la
avaricia se vincula con la angustia de los viejos por el dinero.