¿POR QUÉ LA MOLESTAN?
LOS POBRES
Mientras Jesús estaba en Betania, comienzo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un fasco lleno de un valioso perfume de nardo puro y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre si:
«¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres»
Y la criticaban.
Pero Jesús dijo:
«Déjenla. ¿Por qué la molestan?. Ella ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mi no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía:
Ungió mi cuerpo anticipadamente para mi sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo»
MOTIVACIÓN
Los sumos sacerdotes y los letrados buscan la manera de hacer morir a Jesús. Pero con gran astucia. La traición de Judas es la lógica consecuencia de un Mesías humilde y sin una ideología con carácter absoluto y definitivo, en la que no hay posibilidad de conversión. Vayamos a Betania, la aldea que está en frente a Jerusalén y donde Jesús tiene sus amigos. Entremos en la casa de Simón el leproso. Distingamos los pensamientos y actitudes de los comensales y de los que sirven. Allí Jesús resucitó a Lázaro, que San Juan pone como comensal. Toda la gente quiere ver a Jesús y asimismo a Lázaro, el milagrado. San Juan identifica a la mujer que llega con María, la hermana de Lázaro.
COMENTARIO
Jesús está comiendo. No rechaza las invitaciones, aunque lo critiquen. Pero él no es hombre de banquetes cotidianos. Las comidas de Jesús tienen algo significativo. En ellas, él enseña algo a la Iglesia.
De pronto, ocurre algo hermoso. Se acerca una mujer, que puede ser una pecadora, una milagrada o simplemente una persona llena de admiración por la bondad y la ternura de Jesús brinda al pueblo. Trae un frasco de costoso perfume de nardo. Una ampolleta romana como las que se ven en los museos, sellada con un lacre especial. Por eso es necesario romper el frasquito para verter el perfume. La mujer lo derrama sobre la cabeza de Jesús. «Tu perfumas con óleo la muer, los pensamientos de los participantes y su propia reacción. Deja hacer a la mujer. No hace escenas para descalificar el gesto profundo que ella ha hecho. Tales perfumes se usaban, entre otras cosas, junto a bálsamos para preparar los cuerpos de los difuntos antes de darles sepultura definitiva. Eran carísimos: trescientos jornales de un denario por día. Hubiera servido para dar de comer a miles de personas por una vez.
Judas. parpadeante de nervios, se indigna. No es el único. El es el ecónomo para subsistir y repartir el resto entre los pobres. Surgen los comentarios, el fastidio rumorea, el malestar susurra. Unos no saben que pensar de la mujer, otros de Jesús, y el resto entienden el gesto como un horrible despilfarro. Aprecian al Rabbí, lo han seguido, se saben amados por él, pero ésto es el colmo. ¡Se cree él acaso merecedor de semejante derroche, mientras tantos no tienen para comer! Se les corta la digestión por la bronca. Que Jesús no quisiera emplear la violencia, vaya y pase. Mas pasar por alto el noble principio de optar por los pobres, es intolerable. Sin duda, estos hombres son vulgares de ideas y críticos de los demás pero no de si mismos. Piensan: primero Jesús debería haber dicho a la mujer que no la perfumase sino que le regalase el frasco para los pobres; luego, Judas probablemente iría a vender el perfume por más de tresientos denarios y finalmente él y otros irían a «repartir ese dinero» entre los pobres. Esa mujer es rica, entonces y merecería un «parate» que bueno, bueno!. Así lo hacen. Critican abiertamente a la mujer: «¿Por qué has hecho éso? ¿No te diste cuenta que es un derroche? ¿No pensaste en cuantos pobres se hubiesen beneficiado? Y se olvidan, ingratos de corazón obtusos de ngenio, del derroche que ha hecho Jesús en ellos, dándoles sabiduría, entendimiento y Gracia.
Jesús debe intervenir. Ha sido testigo de la escena y conoce los corazones. Prefiere el de la mujer al de los ideólogos. Y les pregunta, como sí no hubiera escuchado sus críticas: «¿Por qué la molestan?» Ella quiso hacer algo bueno según sus ideas y su corazón. Y lo hizo a Jesús. Por eso, Jesús les dice tres cosas serias. Que no argumenten con los pobres, porque siempre los habrá y la Iglesia, nosotros podemos hacerles el bien cuando queramos, pero Jesús no permanecerá con la Iglesia visiblemente. Dice también que ella ungió su cuerpo como un signo anticipado de su muerto y así lo ha honrado. Concluye con una profecía: Que en todo el mundo cuando se proclame el Evangelio se recordará lo que hizo: perfumó un cuerpo que sería torturado y destrozado por una justicia falsa.
Pensativos quedan todos. Qué incómodo es a veces el silencio en una comida. Judas no soporta más. Los otros todavía no entienden eso de la muerte y la pasión. Para Pedro hay que rezongar a Jesús por decir esas cosas. Para Jesús la actiitud de Pedro es la de un mero hombre, que no se deja conducir por el Espíritu Santo. Hay un clima de trsteza ahora, porque los pescadores saben que Jesús ha dicho la verdad. Más no entienden como se puede llevar a cabo una muerte sin causales. La hora de las tinieblas se acerca, cuando ellos abandonan a Jesús y tienen miedo de seguir su suerte. Se esconden: la cobardía vuelve a aparecer.
APLICACIÓN A NOSOTROS Y PREGUNTAS DE JESÚS
Los indignados somos nosotros: Jesús se merece todo, pero «no hay que exagerar». Molestamos al que trae un cirio por amor, y se lo prohibimos encender para venderlo. ¡Los pobres! Se mencionan en la Iglesia desde Jesús mismo. El, que era pobre de verdad, porque su único sostén era Dios Padre!
- ¿Por qué molestan al Pueblo de Dios con sus pequeñas manías sacerdotales recubiertas de filosofía?
- ¿Por qué tienes en la boca todo el día a los pobres, pero comes como rico vistes de lo mejor y posees los aparatos de «onda»?
- ¿Serías capaz de derrochar algo tuyo, algo valioso, por mi?
- ¿No quisieras restaurar ese Crucifijo tomado por la polilla, no quisieras ayudar a la biblioteca de tu Facultad, no quisieras preparar un pesebre navideño que deje al Pueblo de Dios éxtasis?
- ¿No sabías que antes que ustedes optaran por los pobres, ellos optaron por mi y por mi Iglesia? ¿Tú donde estás?
PLEGARIA
Señor Jesús, tu eres el ungido del Padre,
Pero no rehusaste el perfume de la mujer convertida a ti.
Contempla mis mentiras y bórralas de mi.
Tu cuerpo glorificado, en la Eucaristía, me haga generoso con el Pueblo de Dios a ejemplo tuyo y de los santos.
Haz que ame a cada pobre y a todos los pobres, porque ellos me amaron antes.
Me comprometo a no perder mi tiempo en «pastorales» que recubran una ideología.
Acepto el puesto que tu me des en la comunidad, con un único deseo: servir a cada uno como si fueras tú, Jesús.
PROPÓSITOS
- «Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres… si no tengo caridad no me sirve para nada»
– Hablar menos y hacer más con auténtico amor. - «Ustedes desprecian al pobre»
– Descubrir al pobre verdadero y amarlo, pese a su dificultad. - «Trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los paralíticos»
– Hacer que el Pueblo de Dios, la multitud, ocupe su lugar en nuestros templos y no convertir a la Iglesia en una secta de elegidos según sus bienes.