Por el amor nupcial se forma una nueva comunidad

Por el amor nupcial se forma una nueva comunidad

El varón y la mujer se entregan uno al otro para ser habitado y poseído como una
carne que deben animar y desarrollar. Unidos así uno al otro, dejan a su familia de
origen, se van de la comunidad que les dio la vida para afirmarse y desarrollarse como
una comunidad nueva. En esta comunidad la intimidad absoluta será la fuente de su
realización personal recíproca. Poseídos uno por el otro y entregados uno al otro, en
una relación en la que la unión está marcada por el don. En esa unión el primer
pensamiento es un impulso al crecimiento, la grandeza y la alegría del otro. El esposo
y la esposa se unen en la carne y en el tiempo. Se unen en una ofrenda y una
consagración totales. En esa unión se abrazan la generosidad, la fidelidad, la lealtad,
la castidad y el pudor. Esa unión se da en un respeto absoluto y religioso, parecido a
la adoración. Ellos presienten en si mismos una grandeza divina que inserta su amor
en el mundo de lo sagrado, y que da frutos en la unidad e indisolubilidad.

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