La sopresa del equipo
Hacía poco que había entrado a la empresa. Allí hablaban una jerigonza llena de letras que
no eran abreviaturas, cuyo significado desconocía. Pensó: “¿Qué voy a hacer para poder
aprender estas siglas? Todos se entienden y me siento perdido”. Además, nadie le explicaba
esas letras sin sentido: las usaban como parte del trabajo y eran muchas. Así se entendían
los del equipo para hacer sus tareas.
Se usaban a diario siglas con letras mayúsculas, que él desconocía, excepto algunas
fáciles como DNI, LE, IVA y UN (Naciones unidas), o las del fútbol, o que había visto en
alguna serie o aeropuerto, como VIP. Pero en la oficina se usaba de modo corriente otras
raras: VTV, IPC, CNV, DGR, OIEA, CEPAL, OPEP, PBI, PDF, y otras nunca vistas: EXW,
FCA, CPT, CIP. La lista era interminable.
Supo que sus compañeros se fastitiaban cuando preguntaba: “¿Qué significa?”. Las habían
aprendido durante su estadía. El joven se dijo: “Voy a tomar el atajo más difícil”. Y fue a
varias librerías hasta que en una encontró un “Diccionario de abreviaturas usuales en el
comercio internacional”. Lo compró y empezó a estudiar el diccionario: algo impensable. En
pocos días entendía lo difícil que le pedían y él ejecutaba lo dicho. Desde el jefe para abajo,
se llenaron de sorpresa, pues a toda costa querían mortificarlo. Era el precio por ser nuevo.
El muchacho se reía por dentro y se decía: “Los jorobé”.
Parábolas contemporáneas 4