La salvación no viene sin una lucha personal

La salvación no viene sin una lucha personal

Comentario 130  – 21o. Dgo del tiempo común –  Lucas 13:22-30

No basta golpearse el pecho al comienzo de la Misa. Los cristianos queremos entrar en el banquete de Dios. Salvarse exige un proceso espiritual, que cada uno debe hacer. La vida cristiana es un proceso de reconocimiento de quienes somos con respecto a Jesús. Por eso, hoy nos preguntamos ¿qué significa “entrar por la puerta estrecha”?

    Para entrar en la fiesta de la salvación, Jesús tiene que reconocernos. No queremos que nos diga “No los conozco”. Jesús sólo reconoce a quienes tienen un corazón semejante al suyo. El corazón de Jesús está unido al Padre y coopera con el Espíritu Santo para poder amar a todos. Por eso, pudo dar su vida para vencer a la muerte y abrir la salvación.

    Claro que es costoso centrarnos en el amor a Dios y al prójimo. Es una tarea que dura toda la vida. Porque nos pasamos los años poniendo nuestra fuerza en cosas materiales y siguiendo a quienes nos prometen la salvación para este mundo. En la fiesta de Dios no se entra por contactos y conocimiento superficial. Lo que importa es saber quienes somos y no con quién comimos y a quién seguimos aquí.

    ¿Quiénes serán primeros en entrar? Los que encontraron en su alma una semejanza con lo que tiene Jesús en su corazón. El amor del Corazón de Jesús nos hace hermanos unidos y no divididos. Cuando vivimos unidos al corazón de Jesús la puerta estrecha se agranda para dejarnos pasar.

    Esa vida unida a Jesús es de cada momento, en casa, en el trabajo, en la comunidad cristiana. No basta tener un vago sentimiento de ser creyente. Hay que luchar cada día para estar unido a Jesús. Miles de cosas nos distraen, pero es necesario volver una y otra vez a poner el alma junto a Jesús. Esa lucha nos permite salvarnos.

Mons. Osvaldo D. Santagada

Parroquia San Gabriel Arcángel de Buenos Aires

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