
La raíz profunda de la libertad es el amor
Hay una prisión más dura que el error y las pasiones. Es la lucidez y la
voluntad al servicio del egoísmo y el orgullo. Son contrarios a nuestra finalidad,
porque nos esclavizan y rechazan la vocación a la plenitud. Es una prisión más
dura porque no se comprende que la raíz de la libertad es el amor. Cuando
amamos lo que Dios hace en nosotros y lo que El quiere para nosotros ,
rompemos las barreras de la pasión, el orgullo y el error. Nos orientamos hacia
el servicio de Dios y del prójimo, hacia la plenitud de nuestra persona. Amamos
los mandamientos, el deseo de infinito, el amor y el deber, a las creaturas y al
Creador. Esa es la mayor ley. Y entonces nuestra voluntad va a querer la
lealtad, la pureza, la justicia, la úúgenerosidad: es decir, todo lo bueno. Se une
lo que queremos con lo que debemos. Eso es muy difícil, y lo conseguimos
lentamente.