La prudencia única garantía de la bondad de la acción
Lo que realmente concreto sólo puede darse a una experiencia más inmediata que
todas las teorías o casos. Por eso, el saber del que prepara casos , como el de la
teología moral en general, no basta de ningún modo para garantizar la bondad de la
acción concreta. Por más que descienda a lo singular, el conocimiento que da la
teología moral no te hace prudente en el sentido de la primera de las virtudes
cardinales. La verdad, la integridad y la vitalidad de una teología moral aumentan
cuanto esa teología renuncia expresamente a pretender dar Prudencia. La única
garantía de la bondad de la acción humana singular la da la virtud de la Prudencia.
Sólo a ella compete el oficio de emitir un juicio recto sobre la materia concreta de la
acción, dónde se diga como hay que obrar ahora.