La liberación de la persona es solo el comienzo
La Gracia de Dios nos ha liberado en lo profundo del ser, aunque queda el trabajo de
liberar la psicología y la moral. Cristo habita en nosotros, el Espíritu Santo nos inspira,
pero la carne desata una batalla contra el espíritu. Sentimos la lucha entre la
concupiscencia y la aspiración de felicidad perfecta. Somos libres ahora, pero seguimos
luchando porque nuestro amor nuevo es todavía débil. Y cuánto más luchamos, más nos
liberamos. Cada vez que seguimos a Dios, crece en nosotros el influjo de Dios y
maduramos nuestra joven libertad. Ahora como cristianos vivimos de la Fe que actúa por
el amor. Esa fe es el manantial de donde brota la vida y la libertad. Cuando resistimos a
las tentaciones, aceptamos una prueba, cumplimos los deberes diarios, ahí esta la Fe
animada por el amor. Y comprendemos como va creciendo la libertad cristiana.