La importancia del voto

Fabián Valiño

E l voto es un derecho de todo ciudadano en un sistema republicano, representativo y federal.  En el sistema democrático, el pueblo elige a sus representantes.  La voz de los candidatos elegidos debería ser la voz de los ciudadanos que lo votaron, de allí su la importancia trascendente de estos eventos a nivel nacional.

 

La importancia del voto radica en su naturaleza de recurso para definir los caminos a seguir por parte de una comunidad, incluidos grupos reducidos o también grandes regiones administrativas, como los municipios, las provincias o el Estado nacional.

 

Muchos historiadores han hecho énfasis en que uno de los sostenes de las sociedades democráticas del siglo XX ha sido la amplificación de la cantidad de individuos en condiciones de votar, con la progresiva incorporación de sujetos de menor edad, mujeres y otros grupos tradicionalmente marginados en muchos de sus derechos cívicos.

 

Asimismo, el voto suele considerarse como igual, esto es, no se registran diferencias en la cantidad o la calidad del voto emitido por cada elector. En los sistemas colegiados, sin embargo, se destaca que ante la igualdad en la cantidad de sufragios, el presidente del cuerpo legislativo puede emitir un segundo voto para quebrar un empate y definir un camino final ante una propuesta.

 

Una de las características del voto es que es secreto, esta condición fundamental evita que la gente tema votar por tal o cual candidato o sienta presión por el poder que ejerce tal o cual fuerza política. Finalmente, en nuestro país el voto es obligatorio para los ciudadanos y ciudadanas con edad menor a 70 años.

 

Si tenemos tan claro este marco que avala nuestra legítima voluntad ¿Por qué entonces tenemos tantas inseguridades cuando votamos?  Es aquí donde los argentinos necesitamos hacer un verdadero “examen de conciencia política”.  Votamos por simpatías cuando deberíamos votar por plataforma, votamos por carisma cuando deberíamos votar por obras realizadas, votamos por mantener condiciones en las que nos sentimos “cómodos” económicamente -pensando en el bolsillo- cuando todavía en pleno siglo XXI hay niños desnutridos en nuestro país, votamos por ideales del pasado aferrados a una época que no volverá jamás porque la historia avanza y cada generación tiene el derecho y el deber de dar oportunidad a nuevos aires renovadores.

 

Por último pero no menos importante, ¿Dónde queda la moral y la ética de aquel que fue elegido por el pueblo para cumplir con su plataforma electoral y no la vemos plasmada? ¿Dónde quedan los sueños de miles de votantes que confiaron ciegamente en dar la representación que legítimamente les corresponde?

 

Este mes de octubre los argentinos concurrimos masivamente a las urnas.  Votemos con responsabilidad pero con la convicción de que nuestros representantes se desempeñen para el importante rol para el que fueron elegidos y no confundan su popularidad con el derecho a la corrupción, la injusticia, el olvido de quienes más lo necesitan y el clientelismo desmedido.  Transformémonos en una sociedad exigente de sus políticos y hagámoslos responder por todos y cada uno de sus actos de gobierno, pues reciben un sueldo acorde con sus funciones que es pagado con el sacrificio de todos y cada uno de los habitantes del país.

 

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