La herida original toca la inteligencia

La herida original toca la inteligencia

La raíz del libre albedrío es la inteligencia. Nuestra inteligencia está herida por la
ignorancia de tres maneras. Primero, la oscuridad. La inteligencia está dominada por
lo sensible y le resulta difícil elevarse a lo más alto para llegar a Dios. Segundo, la
inercia. El alma se hace impermeable a la verdad religiosa y prefiere la monotonía y el
orgullo. Tercero, el rechazo. La inteligencia no quiere abrirse a la verdad, hasta llegar
al rechazo de Dios. Si reunimos oscuridad, inercia y rechazo, podemos comprender la
herida de ignorancia, la inclinación pagana que hay en toda inteligencia. Si a esa
fragilidad interna agregamos el influjo de la sociedad y la mentalidad general, nos
damos una idea de la condición de la inteligencia: intacta en su esencia, herida en su
estado concreto. La inteligencia exige ser liberada por la fe de sus errores. Qué peligro
tener una razón despojada de su luz sobrenatural, incapaz de captar su finalidad, y
por eso tentada de no importarle nada. Así nos explicamos las cosas terribles que
pasan en la sociedad, en las familias y en las comunidades.

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