
LA EXPERIENCIA DEL OBOLO DE SAN PEDRO
Desde recién ordenado entendí el valor del óbolo de San Pedro. Sin embargo, no vi en mis colegas un interés particular en esta colecta para las caridades del Papa, en representación de la Iglesia Católica. Tampoco noté que la Conferencia de los obispos tuviera un encargado especial para la colecta del Papa. Hay carteles y sobres para otras, no para esta.
Por eso, este año decidí tomar el toro por las astas: mandé imprimir sobres para el Obolo pidiendo oraciones por el Papa. Durante 15 días advertí a los fieles sobre la colecta. El domingo 29 de junio sabía que los obispos argentinos la obligaban a hacer el primer domingo de julio. No obstante seguí convencido que, cayendo en domingo la fiesta de San Pedro y San Pablo, podía hacerse ese día. Incluso hablé por radio y anuncié el Obolo de San Pedro.
Cada año me daba pena enviar al Papa una mísera colecta de domingo. El año 2014 fue diferente. Recolectamos diez veces más que los años precedentes y eso que nuestros sobres no tenían la foto del Papa argentino con alguna calamidad: fueron sólo impresos en blanco y negro. ¡Qué satisfacción para nuestra parroquia: empezar una nueva etapa!
Si son importantes las colectas de Caritas y «+x-«, más importante es el Obolo de San Pedro: somos los primeros en llegar adonde alguien sufre por la mano del sucesor de San Pedro. Me parece poco feliz haber cambiado el nombre de la colecta: sigue siendo en todo el mundo «el Obolo de San Pedro».
Los exhorto a que superemos. De nuestra generosidad depende la calidad de los envíos del Santo Padre. No me convence que sólo los EE.UU. tengan una Caritas capaz de socorrer en cualquier lugar del orbe. Pienso que si cada uno pone algo podemos juntar un billón de algos. Eso pasó cuando el Papa visitó a Chile. Los obispos sólo pidieron $10 a cada uno y dieron una bienvenida genial, muchísimo mejor que la nuestra.