
LA DEPRESIÓN Y LAS GANAS DE VIVIR
La depresión es el mal crónico de nuestra época. Es distinta de la enfermedad clínica estudiada en los textos de psiquiatría. Es una sensación de muerte interior, que puede disfrazarse y maquillarse.
Las ganas de vivir no se consiguen: vienen solas a nosotros. La felicidad no puede provocarse, llega de improviso: no se piensa, se acepta. Por eso, San Francisco pudo decir que sólo dando, recibimos. En el momento más anodino de nuestra existencia sentimos esa plenitud y belleza de solamente vivir. Pobres publicistas de viajes y «placeres» que dejan a la gente exhausta e indiferente. ¡Que pena los kilómetros de foros y vídeos de bautismos, primeras comuniones y casamientos que no pueden dar un gramo de felicidad!
«¡Señor que lindo es vivir!». Cuando nace espontáneamente esta oración en nuestro interior, sabemos que hemos vencido la depresión. Si nos hacemos niños ante Dios, puede ser que alguna rara vez gritemos de alegría, como chicos que salen al recreo.