La contribución parroquial

La contribución parroquial

En nuestro país, los católicos aportan a sus parroquias si quieren. La mayoría sólo aporta alguna vez en «la colecta de la Misa». En pocas comunidades algunos fieles se comprometen a dar cada mes algo. Cuando los fieles, a causa de una crisis, dejan de aportar a su comunidad, sufre la Iglesia, y toda la sociedad. Porque la generosidad del creyente a su comunidad es un indicio de buena salud de la sociedad. Merecen gratitud los que contribuyen cada mes y dan al menos el 2% de sus ingresos para mantener su comunidad y ayudar a los pobres.

   La gente viene porque necesita la vida espiritual.  Muchos católicos piensan que las parroquias nadan en la abundancia, poseen privilegios. En Argentina los jóvenes que vienen a la Iglesia, no se sienten llamados a mantener su comunidad. La vitalidad de la Iglesia sufre mucho cuando el tiempo para predicar el Evangelio y responder a las necesidades de la gente está limitado por la preocupación por las reservas económicas de la comunidad.

   La Iglesia promueve principios y valores básicos: la convivencia, la paz, la solidaridad, la democracia, el diálogo. Para eso necesita la colaboración económica de los fieles.

   Las épocas de crisis tienen aspectos positivos: tomamos conciencia de lo que generalmente pasa inadvertido. La cantidad que damos a la Iglesia muestra la salud de la sociedad. Jesús dice: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón. La contribución es un termómetro del estado de nuestro corazón.    En una sociedad donde casi todos tocan el tema económico, es útil que también lo hagamos. Hay que mostrar que la Iglesia Católica no «vive» de subsidios, sino de sus propios fieles. Nuestra actitud de hoy prepara generaciones futuras de la Iglesia en nuestra patria

MENSAJE 399

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