La avaricia se opone al sentido profundo de la prudencia
Dije que la avaricia se vincula a la angustia de los viejos por el dinero. Eso
demuestra un enfermizo instinto de conservación que se interesa únicamente en lo
que brinda seguridad y garantía. No hace falta nada más para mostrar en qué sentido
se opone la avaricia al más íntimo sentido de la prudencia. Digamos ahora dos cosas
importantes que se oponen a esa angustia de la vejez. La primera es que la
disposición activa de la persona para hacer silencio no basta para conocer y
reconocer la verdad de las cosas reales. La segunda es que tampoco basta la
conformidad y el mandato de la persona al ser. Esas cosas son importantes porque
necesitan para ser posibles una juventud que haga alarde de valiente confianza y
entrega de si mismo. Esa juventud permite desatender las reservas formuladas por el
angustiado instinto de conservación y se olvida de cualquier interés egoísta por la
propia seguridad. Nunca podrá darse la prudencia sin una constante preparación para
la renuncia a si mismo, sin la libertad y la serenidad de la humildad y la objetividad
verdaderas.