Jesús vino a sanar el amor
Cristo fue enviado para salvar el amor humano. Ante todo, en el Bautismo le da la
salud plena. La gracia del Bautismo cristiano toca a la persona para unirla a Dios, y
llena su carencia espiritual y le devuelve su ser sobrenatural. Entonces el espíritu
humano recupera la fuerza y la eficacia de su impulso: se hace capaz de amar a Dios y
de vencer a la carne. Así el equilibrio se restablece y el amor se libera de la tiranía
sensual y la castidad se hace posible. La castidad es el cumplimiento del amor en
todos sus elementos. Antes que nazca el amor nupcial está sano en su raíz. Cuando la
libertad coopera con la Gracia, la persona se espiritualiza y le da al amor un instinto
domado (siempre peligroso), una afectividad ordenada y una generosidad vigorosa.
Con la Gracia de Cristo el clima cambia y ahora el amor puede nacer y madurar.