Jesucristo amó lo temporal
Para nosotros los cristianos la Ley no es un principio abstracto, sino la
persona divino-humana de Jesús. Sabía captar el amor que su Padre había
puesto en las creaturas: flores y pájaros, y todo lo concreto. Cuando cantaba
los salmos, todo el universo agradecía a Dios por su voz y ofrecía a su Padre un
inmenso homenaje. Y consagró los valores humanos. Trabajó con sus manos y
entendió lo que significa trabajar. Sus consejos muestran a alguien que conocía
la desolación de cuando las cosas salen mal. Eligió a sus apóstoles entre
trabajadores y al último, Pablo, que tenía tantos recursos humanos, lo necesitó
para entrar en el mundo griego y romano. Compartió las penas, dolores de la
gente, y no tuvo vergüenza de llorar. Así nos mostró que era humano, como
somos nosotros, tan débiles. Su actitud es nuestra ley y nuestra regla de vida.
Amó y santificó todas las realidades temporales. Seguimos su consigna: nos
tienta lo material, aunque buscamos la verdad, lo puro, lo justo, lo virtuoso, lo
digno de amor.