IMAGINACIÓN Y UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

IMAGINACIÓN Y UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

El Concilio Vaticano II y el Papa Juan Pablo II

El primer domingo de Cuaresma del año 2000, el Papa Juan Pablo II debió «reconocer las infidelidades al Evangelio en las que cayeron algunos de nuestros hermanos… Pedimos perdón por las divisiones producidas entre cristianos, por el uso de la violencia que algunos de ellos emplearon en el servicio de la verdad, y por las actitudes de desconfianza y de hostilidad adoptadas a veces hacia los discípulos de otras religiones». Al confesar así que algunas políticas y prácticas de la Iglesia Católica han estado en abierta contradicción con el Evangelio, el Papa retomaba las palabras de su antecesor Pablo VI que fueron incluidas en el decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, «Unitatis redintegratio»: «Humildemente pedimos perdón a Dios y a los hermanos separados, así como nosotros perdonamos a quienes nos hayan ofendido». Por otra parte, el mismo Juan Pablo II imploraba perdón por los recuerdos dolorosos con los que el ejercicio del ministerio del obispo de Roma ha marcado la memoria de la mayoría de los demás cristianos.

El Ecumenismo

La palabra

Una palabra nueva designa la aparición de una realidad nueva. La palabra «ecumenismo», nacida en 1920, indica un enfoque nuevo en el deseo de unidad cristiana. La novedad es que esta palabra no proviene del ambiente católico, sino del ámbito protestante anglosajón, en particular de los Estados Unidos a fines del siglo XIX. Por ese motivo, al capítulo I del decreto conciliar hubo que cambiarle el título propuesto por los redactores. Ellos habían escrito: «Principios del ecumenismo católico»? Lo lógico era poner, como se hizo. «Principios católicos sobre el ecumenismo». La realidad nueva que vehicula la palabra es que se despierta la conciencia cristiana aletargada y habituada a la separación.

La acción de los ecumenistas, en primer lugar, trata de ver a los demás cristianos como hermanos de cualquier parte que sean. Se intenta concluir con la época en que veíamos herejes, cismáticos, errados, ramas caídas del tronco bueno. Ahora vemos cristianos que, como nosotros, se esfuerzan por vivir una vida de fidelidad a Jesucristo. La realidad nueva es que hay cristianos en todas las confesiones o denominaciones cristianas, seguidores del Evangelio.

El contenido

La palabra y la realidad conducen a contemplar un hecho funda mental. Este es que cada comunidad posee dones y valores propios. Por consiguiente, la unidad que busca el «ecumenismo» no consiste ni podría consistir en «anexar» a los otros cristianos, y menospreciarlos en su modalidad, sino respetar los dones y experiencias de cada uno en cuanto creyente y de ellos reunidos en cuanto comunidad. Eso no significa que la unidad de los cristianos quiera originar una confusión total en la que cada uno hiciera lo que quisiera. Eso sería contrario al Evangelio.

Para la Iglesia Católica de este momento, el ecumenismo tiene como meta «alcanzar un punto de plenitud que aún no hemos lo grado, que está en nuestro itinerario y del cual no podemos desentendernos. El Papa Juan Pablo II lo repite hasta el cansancio: hay que «alcanzar la plena y visible comunión». El ecumenismo no es una política eclesiástica, sino una exigencia misma de Jesucristo a sus discípulos y a su Iglesia. Si los cristianos vuelven a unirse, la Iglesia Católica será más plenamente «católica», porque tendrá en sí misma «las huellas de Iglesia» que existen y poseen las otras comunidades de cristianos.

Problemas actuales: la misma pregunta con distintas respuestas.

El Jubileo del año 2000 es la ocasión de una nueva aceptación del Concilio Vaticano II y su convicción de la necesidad de recomponer la unidad cristiana. «La mejor preparación al vencimiento bimilenario debe manifestarse en el renovado compromiso de aplicación, lo más fiel posible, de las enseñanzas del Vaticano II a la vida de cada uno y de toda la Iglesia». Porque la voluntad de Cristo es clara antes de su Pasión: «Que todos sean uno!» (Juan 17:21-22).

La pregunta, hoy como ayer, es la misma: cómo recomponer la unidad de los cristianos? Las respuestas son diferentes, porque los cristianos hace un siglo que están tomando conciencia y han progresado en buscar los caminos hacia la plena unidad. Por con siguiente, las respuestas que se puedan imaginar y sugerir son de una importancia capital, porque de la respuesta que se dé hoy a la pregunta sobre la unidad, nacerá un nuevo modo de ser de la Iglesia Católica, que el mundo necesita. El Espíritu Santo está conduciendo a la Iglesia y a las Iglesias a dar esas respuestas nuevas tan esperadas.

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